El Bosque olvidado
Y perderse por tus sombrías florestas me evoca la libertad,
me siento alejado por un momento del mundo ruido,
a salvo de lo sórdido, del lenguaje de seres que no escucho, pues temo
enfermarme, que se apage la luz y deje de respirar profundo,
En las sendas que me descubres, voy descubriendo pensamientos puros
Y te siento, árbol amigo, a mi lado, cuan fugitivos cogidos de la mano
huyendo de las almas oscuras.
Amigo Árbol, quiero escapar contigo, pues temo por tí, ahí se acercan, los veo venir con el hacha maldita en sus manos.
Que lejano queda aquel tiempo cuando enamorados épicos se dejaban
perder por tus senderos, a dar rienda suelta a su amor eterno.
Ahora llega la noche y, por encima de tu sombra, Amigo Árbol, se extiende una aureola extraña trayendo un mal presagio.
Debemos escaparnos, Amigo Árbol, entre la verde noche del sendero, en
la búsqueda del fugaz fruto hechicero del astro que aman los puros
Después, con el poder de la magia que enamora a las almas ennegrecidas
por el olvido de la Naturaleza, volveremos, saldremos de la sombra densa
de este íntimo bosque rumoroso nuestro, y moriremos libres-solos!-
sobre el césped blando justo antes de que lleguen los monstruos.
Y arriba, en medio de la luz inmensa,
¡oh, amigo del silencio más hermoso,
nos encontraremos otra vez, llorando
Naturabizimodu, Poeta del Bosque
El bosque ausente
El alto tilo roto en la ladera
llora sus sino de naúfrago desgarrado
¡Cuánto fuego y cuánto frío acero siente
roto contra su pecho de madera!
La tempestad rindióle su bandera.
Forjó el fuego su gesto combatiente.
Y hoy es tan solo el recuerdo de un capitán de un bosque ausente
sobre los hombros de la vaguada.
Podéis oír al viento todavía
agitar ese bosque en cada una
de sus ramas.
Un búho de hielo se posa sobre su pena.
Y recuerda a su leñador que ya nisiquiera mira al cielo
con el hacha menguante de la luna
Mientras yo me quedo guardando tu sombra ausente, esperando que vuelva a renacer tu verde magia sobre la colina
Naturabizimodu, Poeta del Bosque
El Alamo y Deba
La Alameda es amplia y en el centro, con el olvidado Quiosco de vigía, hay un álamo añoso.
Olma le llaman creyendo que es “zumarra”, copudo, matriarcal, un álamo
tan viejo, quizás como el adoquín más viejo de la plaza del pueblo.
<<Un Quiosco en la Alameda,
en la Alameda un Álamo viejo>>
En el corazón de esta Alameda un álamo viejo guarda su secreto.
Los vecinos del pueblo, bajo su sombra estival pasean.
Creanse que a veces las gentes levantan la cabeza y, sin saber muy bién
el motivo, alzan una noble mirada y ven aquel cielo de verdor que hace
música o sueño.
La vida ha transcurrido desde que se construyó el
Paseo del Arenal, tan transitado antaño por foráneos y veraneantes, y ya
desde entonces vigilante alzaba su grandeza el gran Álamo de la
Alameda.
<<Un Quiosco en la Alameda,
en la Alameda un Álamo viejo>>
Aún no siendo neceser 10 vecinos para rodear su tronco, lo cierto es que da ganas de abrazarlo.
Pero el Álamo, si es que en su origen fuese una enorme ola de arena que
desde un fondo reventó y quedose, hoy es un árbol vivo. Abuelo vivo del
pueblo, augusto por edad y presencia.
El pueblo está en la bajada,
amildegian, para abrazarse al mar en la playa, como una sed enorme de
navegar y perderse en los mares. Despeñado, colgante, angosto, sereno,
regado por la Ría, quedó el pueblo agrupado entorno al Álamo. Quizás sea
él quien le retenga sobre su abismo, Amillaga, y sus habitantes se
asoman en su materia pobre de tiempo, y echan sus verdes ojos, sus
miradas infinitas, sus limpios ojos claros y oscurísimos, ladera abajo
hasta rodar en la arena y perderse a lo lejos, hasta el confín de sus
límites que brilla y finge un mar, un bravo y puro Mar Cantábrico sin
bordes.
<<Un Quiosco en la Alameda,
en la Alameda un Álamo viejo
y Deba que bajo su sombra sueña>>
Naturabizimodu, Poeta del Bosque
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